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ABORTO: POR UNA REFLEXIÓN RAZONADA Y UN DIÁLOGO CONSTRUCTIVO

ABORTO: POR UNA REFLEXIÓN RAZONADA Y UN DIÁLOGO CIVIL CONSTRUCTIVO
– Nota de nuestra Vicaría para el desarrollo humano integral y la Innovación –
26 de junio de 2022

Embarazada. Nota sobre el aborto de la Vicaría de Pastoral Social.La Corte Suprema de los Estados Unidos acaba de modificar la posición legal de 1973 Roe vs. Wade sobre el tema del aborto. Con ese motivo, la Academia Pontificia para la Vida se ha unido a la declaración de los obispos de los Estados Unidos haciendo suyas las palabras de los arzobispos de Los Ángeles y Baltimore:

Es un tiempo de sanar heridas y reparar divisiones sociales; es un tiempo de reflexión razonada y diálogo civil, y de unirnos para construir una sociedad y una economía que sostenga matrimonios y familias, y donde cada mujer tenga el apoyo y los recursos que necesita para traer a su hijo a este mundo en amor”.

Igualmente la Academia Pontificia ha señalado que el dictamen de la Corte muestra cómo el tema del aborto sigue suscitando acalorados debates. El hecho de que un país grande con una larga tradición democrática haya modificado su posición sobre este tema desafía al mundo entero. No es correcto que el problema se deje de lado sin una consideración general adecuada. La protección y defensa de la vida humana no es una cuestión circunscrita al ejercicio de los derechos individuales, sino que es un asunto de amplia trascendencia social. Después de 50 años, es importante reabrir un debate no ideológico sobre el lugar que tiene la protección de la vida en una sociedad civil para preguntarnos qué tipo de convivencia y sociedad queremos construir.

Se trata de desarrollar opciones políticas que promuevan condiciones de existencia a favor de la vida sin caer en posiciones ideológicas a priori. Esto también significa asegurar una adecuada educación sexual, garantizar la salud accesible a todos y preparar medidas legislativas para proteger la familia y la maternidad, superando las desigualdades existentes. Necesitamos una asistencia sólida a las madres, a las parejas y al niño por nacer que involucre a toda la comunidad, fomentando la posibilidad de que las madres en dificultad continúen con el embarazo y encomienden el niño a quienes puedan garantizar su crecimiento.

Monseñor Paglia, presidente de la Academia Pontificia Academia para la Vida, ha declarado que “frente a la sociedad occidental, que está perdiendo su pasión por la vida, este acto es una poderosa invitación a reflexionar juntos sobre el grave y urgente problema de la generatividad humana y las condiciones que la hacen posible; al elegir la vida, nuestra responsabilidad por el futuro de la humanidad”.

Por nuestros pagos, recientemente, el Cardenal Osoro enfatizaba que “la cuestión social más importante es promover la vida”. Asimismo, el arzobispo de Madrid advertía que «cuestionada la vida, se puede cuestionar absolutamente todo”, y subrayaba que “en un mundo con vacíos muy grandes, quizá el mayor es apartar a Dios de la vida”.

Por su parte, los Obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida en su Nota “Sí a la familia, sí a la vida”, entre otras consideraciones, animaban con todos los cauces que permite una sociedad democrática, a movilizarse en favor de la vida y a buscar con creatividad nuevos modos de instaurar esta necesaria cultura del cuidado que la promueva y proteja.

El giro jurisprudencial norteamericano debería llevarnos a no encastillarnos en posiciones ideológicas cerradas. Quizá podamos empezar a ponernos de acuerdo comprendiendo la angustia y el desamparo de muchas madres ante un embarazo inesperado; también asumiendo que el aborto no es nunca un bien en sí mismo, y que, sean cuales fueren las razones que lo motivan (de muy desigual peso), no deja de ser una intervención cruenta que violenta el ciclo de la vida y que no puede ser banalizada.

“El derecho a tener derechos” (H. Arendt) queda prematura y definitivamente anulado ante otro pretendido derecho. Los derechos son el satisfactor institucionalizado de las necesidades humanas. Tratan de asegurar su cobertura. Todo lo que hace mas expansivo y más universal el campo de los derechos humaniza. Por el contrario, lo que discrimina, restringe y niega el derecho a tener derechos nos acerca al precipicio. Tenemos por delante la defensa de la mujer y sus derechos con toda rotundidad, pero no a costa de quien es privado para siempre del derecho a tener derechos.  El buen derecho siempre colma necesidades. La violencia, las sofoca. La última reforma legal llevada a cabo por el Gobierno español en esta materia no amplia derechos. Más bien los asfixia. Tanto, que se inmiscuye sin rubor en cuestiones de (objeción de) conciencia que no son de su competencia. En cualquier caso, ojalá estemos ante una nueva oportunidad de abrir un debate sosegado y constructivo sobre un aspecto tan fundamental para la ética y la cultura de los derechos humanos.

6 comentarios

  1. Ojalá hubiera muchas más visiones como esta en la Iglesia. Parece que frente al aborto sólo vale el NO-NUNCA-JAMÁS-INFIERNO. Y no se trata de decir que el aborto está bien, pero sí de abrir ese diálogo con la sociedad de que habla el comunicado de vuestra Vicaría. Reducir el drama del aborto a exclusivamente la defensa de la vida del no nacido (que hay que hacerla sin duda) es olvidar otras aristas del asunto.

    1. Y se me olvidaba decir que en la nota de los obispos (está en otra entrada) se recuerda que el SÍ A LA VIDA no puede aplicarse sólo al no nacido. Y creo que mucha gente de Iglesia olvida eso.

  2. Muy ok con lo que ha escrito Irene. Para mí el aborto es un asunto que tengo muy claro cuando hablo y pienso sobre él. Pero se me hace muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy complicado cuando paso de la teoría a estar con una mujer que se plantea si abortar, mujer concreta con nombre y apellidos y situación y caso concreto. Estoy en contra del aborto. Pero NO ESTOY A FAVOR de una defensa de la vida que no incluya entender a una mujer que se plantea abortar. DE casos cercanos he conocido 2 muy parecidos, los 2 por riesgo grave y muy real para la vida de la madre. Una de las parejas decidieron seguir adelante, y vivieron la niña y la madre aunque la madre quedó con algunas secuelas. Otra pareja decidieron abortar tras mucho pensarlo con la cabeza, con el corazón y con buena gente. Yo no me siento capaz de juzgar y decir que la primera pareja fue «más buena» que la otra. Una cosa es la teoría y otra creer que toda teoría encaja perfectamente y sin más ni más en la vida.

      1. Yo no niego que abortar mate una vida, estoy de acuerdo con la Nota en que nunca puede ser banalizado, estoy de acuerdo con Francisco. Otra cosa es lo que hablaba yo de qué hacer en la práctica con casos reales. Piter no sé si has seguido leyendo al Papa: NO CONDENAR. Se mata en un aborto, se mata en las fronteras a migrantes, se mata en la guerra de Ucrania. Y nadie lo niega. Peor la cosa no está en la cabeza, sino en cómo vivo eso en la práctica con las personas.
        Y de la otra pregunta lo que yo sé es que siguieron y siguen su vida adelante. A ellos les he oído que sufrieron decidiendo qué hacer y decidiendo abortar, pero que también habrían sufrido con la muerte de la madre, Y Piter, parece que lo preguntas como si te alegraras de eso que llamas consecuencias profundas. Bueno, allá tú.

  3. Otra cosa. Acabo de ver lo qe os ha pasado en TW con las respuestas al tuit de esta entrada. Al primero no le conozco, por lo que he visto en Google es cura y tal. Al otro le conozco de las redes y de 3 momentos presenciales, me da arcadas, y no entiendo cómo se permite seguir siendo párroco a un negacionista del COVID, que en sexo ve diablos por todos lados, que celebra la misa como si solo existiera él y ya paro.
    En resumen, vicaría: don’t feed the troll jjajaja

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