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Informe Personas Sin Hogar y COVID-19

– Faciam –
PRESENTACIÓN DEL INFORME EXCLUSIÓN SOCIAL Y COVID-19
Exclusión social y COVID-19: el impacto de la pandemia en la salud, el bienestar y las condiciones de vida de las personas sin hogar

Personas Sin Hogar y COVID-19. Faciam.
Organiza Red FACIAM. Presentación Presencial o En Lìnea:

Los estudios sobre el fenómeno del sinhogarismo no son abundantes en nuestro país. Además, muchos de ellos se refieren a realidades parciales, aspectos específicos o tienen un carácter excesivamente local. En la actualidad, a raíz de la pandemia de la COVID-19, han surgido numerosas iniciativas de investigación sobre los efectos de esta sobre la población española. Sin embargo, no aparecen entre las mismas iniciativas dedicadas a analizar su impacto entre las personas en situación de sinhogarismo. Es por ello por lo que desde FACIAM, se ha desarrollado un estudio que trata de arrojar luz sobre algunos aspectos que afectan a uno de los colectivos más invisibilizados de la realidad social de nuestro país.

El informe que presentamos recoge los resultados del informe “Exclusión social y COVID-19: el impacto de la pandemia en la salud, el bienestar y las condiciones de vida de las personas sin hogar”, fruto de la investigación realizada por FACIAM con la colaboración del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación de la Universidad Complutense de Madrid con personas en situación de sinhogarismo y exclusión residencial usuarias de diferentes recursos de la Red FACIAM.

El objetivo de esta investigación es doble. Por un lado, se analiza el impacto de la pandemia por la COVID-19 en la salud, la calidad y las condiciones de vida de las personas en situación de sinhogarismo y exclusión residencial en España. Por otro, trata de profundizar en las trasformaciones generadas por la COVID-19 en las trayectorias vitales que conducen al sinhogarismo.

Salud, pandemia y sinhogarismo. La situación sanitaria provocada por la COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en la población en general, pero, sobre todo, en aquellos grupos de población que se encontraban afectados por los procesos de exclusión social.

Las personas sin hogar han constituido un grupo especialmente vulnerable en este sentido. Dormir en la calle o permanecer en alojamientos de carácter colectivo, habitar una vivienda inadecuada o insegura, dirige a una situación de riesgo.

El impacto de las medidas para hacer frente a la COVID-19 dirigieron a un distanciamiento de tipo social, dejando en una mayor situación de riesgo y vulnerabilidad a las personas y familias afectadas por las desigualdades en general, y por el sinhogarismo y los procesos de exclusión residencial en particular.

Como ha señalado Leilani Farha (2020), Relatora Especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda adecuada, la vivienda ha constituido la primera línea de defensa frente al Coronavirus. Parece claro que encontrarse en situación sin hogar constituye un elemento de riesgo para la trasmisión del virus. La vida a la intemperie o en alojamientos colectivos ha dificultado poder acceder a espacios de higiene, seguridad y protección. Igualmente, la dureza de las condiciones de vida a las que se enfrentan las personas sin hogar hace que, en general, sufran mayores problemas de salud que el resto de la población, con la vulnerabilidad que eso genera de cara a la infección por COVID-19.

La salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino que hace referencia al “estado de bienestar físico, mental y social” y debe considerar sus dimensiones sociales y relacionales.  La pandemia ha reforzado la situación de aislamiento estructural que afecta a las personas sin hogar. La forma de afrontar la situación de emergencia sanitaria ha tenido un impacto directo en las condiciones y calidad de vida de estos ciudadanos y ciudadanas, dificultando las posibilidades de participación, información y comunicación y, transformando las trayectorias que dirigen al sinhogarismo y a la exclusión residencial.

Resulta fundamental abordar el impacto que la realidad actual ha tenido en las diferentes dimensiones de la calidad de vida de las PsSH: relaciones sociales, apoyo social, recursos económicos, disponibilidad y calidad de la atención sanitaria y social, oportunidades para adquirir información, acceso a actividades de ocio, etc.

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