Vida oculta de Jesús y transformación social. Juan Fernández de la Cueva.

LA VIDA OCULTA DE JESÚS Y LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

EL POTENCIAL DE LA VIDA OCULTA DE JESÚS PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Artículo de Juan Fernández de la Cueva Martínez Raposo.

Vida oculta de Jesús y transformación social. Juan Fernández de la Cueva.Soy de los que me gustan las Navidades, el portal de Belén, los pastorcitos… pero no llevo nada bien que la liturgia cierre la infancia de Jesús con esta frase tan escueta: “el niño fue a Nazaret, crecía y se desarrollaba ante Dios y ante los hombres en una familia donde estaba sometido a sus padres. Y la gracia de Dios estaba con él”.  Y al día siguiente el calendario litúrgico da un salto de 0 a 30 años en la vida de Jesús, como cuando decimos en el parchís “de oca a oca y tiro porque me toca”.

Menos mal que los Reyes Magos me echaron este año la lectura de un libro “Rutina habitada. Vida oculta de Jesús y cotidanidad creyente” de Margarita Saldaña, que me llenó de sentido este vacío sobre la vida de Jesús. Te lo resumo por si te viene bien.

Este silencio de los evangelistas se debe a que Jesús asumió tan seriamente la condición humana que entró en una etapa de crecimiento como cualquiera de nosotros. Todo ser humano nace indefenso y para desarrollarse necesita alguien que le acompañe a valerse, a tener experiencias con las que madurar. Esto es lo que los sociólogos llaman socialización.

Solo que la socialización tiene mucho de repetición y rutina para llegar a tener habilidades y hábitos adquiridos. Ser persona madura no se consigue pidiendo tres deseos a la lámpara de Aladino. Algunas veces esa rutina y repetición cotidiana es tan aburrida que no le encuentras el sentido y llegas a decir “¡Jolín! ¿otra vez lo mismo?. Esta vida es un rollo”. Pero no hay otra manera de crecer y desarrollarse.

El silencio de Nazaret es la manera de decir que Jesús “siendo de condición divina no consideró como ventaja el ser igual a Dios, sino que se vació de sí mismo tomando la condición de servidor y llegó a ser semejante a los hombres” (Filp 4, 6-7). El eclipse de la condición divina en Nazaret deja traslucir la irrelevancia y el anonimato propios de quienes no disfrutan de privilegios ni de ningún tipo de poder. ¡Esta es la identidad de nuestro Dios en Belén y Nazaret!

Si Dios mismo ha estado 30 años sin hacer nada destacable, entonces la auténtica importantica de la existencia humana radica en la hondura con que se vivan las realidades cotidianas en conexión profunda con la sociedad y con Dios. Pero a la vez, nos da fuerza en el apostolado para la transformación social.

EL POTENCIAL DE LA VIDA OCULTA DE JESÚS PARA EL APOSTOLADO

Es normal que se interprete el bautismo de Jesús como el certificado de su Padre Dios para proclamar el Evangelio en su vida pública. Pero en el Jordán queda claro que el sujeto en quien el Padre se complace enviar a esa misión, no es un hombre extraordinario dotado de poder aplastante, sino ese Jesús que fue creciendo y madurando pacientemente en su vida oculta con la sabiduría y la fuerza del Espíritu “ante Dios y ante los hombres”.

Si Jesús sale del bautismo con una fuerza imparable para transformar el mundo desde la opción por los pobres (Lc 4, 18-19) no fue porque de pronto un rayo fulgurante del cielo le deslumbró y le introdujo el chip de esa misión. Los evangelios de la vida oculta certifican que esto fue madurado en la experiencia de la cotidianidad vivida “ante Dios y ante los hombres”, o sea en íntima relación con su Padre Dios y en contacto con la vida social de la gente. De hecho, el evangelista sitúa a Jesús en clima de oración profunda mientras le bautizaban y se pone a a cola de los pecadores.

Eso nos da fuerza para mantener nuestra misión de transformar el mundo en Reino de Dios. La vida cotidiana sin acontecimientos extraordinarios de Jesús de Nazaret fue forjando un modo de mirar la presencia de su Padre en los insignificantes y de llevar a cabo su misión en la sociedad de su tiempo.

La vida trivial y aparentemente ineficaz fue el aprendizaje de Jesús a valorar la levadura como método de evangelizar las estructuras de pecado. Por eso Jesús en su vida pública tocaba a los leprosos al curarles, aunque Él quedase impuro, o comía con los pecadores aunque fuese acusado de comilón y bebedor o condenaba la desigualdad social e indiferencia de Epulón.

¡Cuánto empuje y paciencia necesitamos hoy para acompañar a Jesús en la transformación de las estructuras endemoniadas del mundo!  ¡Cuánto necesitamos madurar en la cotidianidad de Nazaret “ante Dios y ante los hombres de nuestro tiempo”!

Por todo esto, disculpo a los evangelistas de haber despachado la infancia y juventud de Jesús en una frasecita.

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