El arzobispo de Madrid pide al Gobierno la puesta en marcha de un corredor humanitario para refugiados y de alternativas dignas a los CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros) en la inauguración de las XXVII Jornadas de Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones.
[Con información de Fran Otero en Alfa y Omega e InfoMadrid, y Jesús Bastante en Religion Digital]
(La intervención completa del cardenal Osoro puede verse al final de esta entrada; actualizamos esa ponencia -y esta entrada- el 19 de julio de 2017).
Carlos Osoro abordó el drama de la movilidad humana en nuestros días, ante el que planteó la propuesta de justicia y compasión de la Iglesia frente a la cultura de la indiferencia, que concretó en el establecimiento en España de los corredores humanitarios que tan bien funcionan en Italia y por alternativas dignas a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
«No podemos ser ajenos a este inmenso desafío que afecta a cuan creíble resulta Dios cuando se afea su rostro por tanto dolor insufrible generado por la violencia o la injusticia», afirmó. Y tras subrayar que los desplazamientos forzados por la guerra, el hambre, la persecución política, religiosa o cultural, el cambio climático o las hambrunas, son «una de las más lacerantes heridas de nuestra humanidad», se dirigió a la «vieja Europa» y a sus gobernantes: «No podemos abdicar de nuestro tiple origen cultural: la razón griega no puede ser desalojada por el emotivismo irracional; el derecho y la justicia romanos no pueden ser sustituidos por el miedo al diferente; y la compasión por la persona y su dolor, propia de la tradición judeo-cristiana, no puede ser olvidada sin más y descalificada como buenismo sin perdernos algo profundamente humano. Esa es la lección de Jesús de Nazaret y esa ha sido la del joven madrileño matado en Londres, Ignacio Echeverría, cuya muerte por defender a una mujer de su verdugo nos dignifica a todos».
El cardenal defendió también que lo que se reclama para los refugiados no es más que su derechos, que «obligan a los países y a la comunidad internacional». Y recordó que «a nadie se dé por caridad, lo que le es debido por justicia».
La Iglesia «no ha permanecido impasible ante la tragedia de los refugiados y ha venido dando respuestas coordinadas de atención a los refugiados y ofertas concretas a los gobernantes». Entre ellas, citó los corredores humanitarios, que pueden servir de pasarela a la seguridad de las personas en situación de extrema vulnerabilidad. «Esperemos que vean la luz en España con la ayuda de la Comunidad de Sant Egidio y de toda la Iglesia», añadió como uno de los sueños que tiene con relación a la movilidad humana. También que Europa y España cumplan con los cupos prometidos, o que en la frontera sur de nuestro país «no se trate a las personas como fardos a devolver en origen». Sueña también con la desaparición del «cáncer» de la trata y el tráfico de personas, con el cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros o con la capacidad de los cristianos de compartir el tesoro precioso del Evangelio. Cuestiones todas éstas que el mismo Osoro tuvo la oportunidad de reclamar a los ministros de Justicia e Interior durante un encuentro celebrado hace varias semanas, «Son sueños. Tengo muchísimos más. ¡No renunciemos a soñar! Los sueños son la antesala obligada de aquello que después se acaba por conseguir», concluyó.
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No resuelve el problema y sólo genera sufrimiento y deterioro para las personas.
Los profesionales no son carceleros.
Muchas gracias por su comenario, Natividad. Y nos parece interesante subrayar lo que bien anota sobre los profesionales destinados, por ejemplo, en los CIE. Desde nuestra Vicaría se atiende la capellanía del CIE de Aluche. Y hemos oìdo bastante veces a los policías allí destinados que «este no es nuestro trabajo, no somos policìas para esto». Y es cierto, en los CIE no hay delincuentes, y es normal que un policía nacional se sienta incómodo haciendo de carcelero de personas que, como mucho, han cometido una falta administrativa.
Una persona que abandona todo para sobrevivir esta necesitada de ayuda, y no es merecedora de ningún castigo.
Así es, Francisco. Es triste que haya gente que no entienda lo que bien dice usted. Lanzarse al mar o a un viaje de años jugándose la vida, no se hace por gusto.