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Para el discernimiento pastoral en esta pandemia

PARA EL DISCERNIMIENTO PASTORAL EN ESTA PANDEMIA

Juan Fernández de la Cueva Martínez-Raposo
– Director del Secretariado diocesano de Pastoral del trabajo de Madrid –
9.2.21

Muy interesante el reportaje que hace S. Marcos 1, 29-36 organizando un primer día apostólico de Jesús. Un reportaje con intenciones teológicas, no de narrar las 24 horas del día. A pesar de que el día anterior había sido ajetreado al predicar en la sinagoga, apaciguar a un poseído de un mal espíritu, curar a la suegra de Pedro y a muchos enfermos o endemoniados, tratar a una avalancha de gente agolpada en la puerta de la suegra de Pedro, Cristo durmió poco.

A la mañana siguiente, Jesús se retiró muy de madrugada a orar cuando sus discípulos dormían. ¿Qué necesidad tenía Jesucristo de rezar si era la segunda persona de la Santísima Trinidad? Pues, realmente sí lo necesitaba como verdadero ser humano. Lo necesitaba, además, porque sus discípulos, la  Iglesia en aquel momento, quería encaminar la fama de Jesús por derroteros populistas.

Así suena el reproche de Pedro: ahora que estás en olor de multitudes te retiras a orar. No es el momento. “Mira que todo el mundo te busca”. No pierdas la ocasión. Pero Jesús responde inesperadamente: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que esta es mi misión”.

Discernimiento pastoral en la pandemia 1¿Dónde encontró Jesús esta respuesta tan sorprendente? En su manera de orar. Dios ama a sus hijos como un padre que no quiere ganarse su cariño por regalos y golosinas. Ya nos ha dado generosamente la vida, lo necesario para vivir en una creación maravillosa, nuestra inteligencia y corazón a su imagen y semejanza…

Pero el objetivo de su amor es tener una relación de ternura e intimidad amorosa, de comunión entrañable con sus hijos. El sentimiento supremo de este trato es el de confianza mutua. Esa es su meta y no la admiración de un niño deslumbrado por el poder de un padre Superman que soluciona todo mediante su dinero o su fuerza. Eso corresponde a una relación infantiloide. El Padre-Madre Dios de Jesús quiere que sus hijos sean adultos con los que vivir un amor en plenitud.

Esto lo descubrió Jesús contemplando en oración a su ABBA que no quiere comprar el cariño de sus hijos con favores. Por eso Jesús se negaba a que le reconocieran como curandero milagroso, como el emperador de Roma que dominaba todo el mundo, como el líder que nos librará de todos los males… Para eso no lo ha mandado su Padre a la tierra.

Ese es el discernimiento que Jesús hizo en la oración contemplativa con su Padre-Madre Dios frente a la pretensión populista de sus discípulos: “aprovecha el momento de tu buena fama”.

Esa es la luz que los seguidores de Jesús debemos buscar en la oración contemplativa cuando estemos acobardados porque somos pocos, vienen menos a misa, la gente ya no se casa, las decisiones importantes del mundo se toman fuera de la Iglesia…

Eso mismo nos puede pasar en la pandemia actual si la vivimos como una pérdida en asistencia a la celebración de los sacramentos y no como un reto a crecer en la dimensión social de la fe, tan importante como la litúrgica.

Los cristianos vivían una situación parecida en los tres primeros siglos dentro del imperio romano: eran poquitos, a punto de desaparecer por las persecuciones… En el imperio romano que dominaba todo el mundo con sus leyes, con su organización del comercio, con el poderío de su ejército… ¿qué futuro tenía su misión evangelizadora? Poca o ninguna.

Pero los primeros cristianos se distinguieron por cuidar a los ancianos y a los niños abandonados, los traían a sus casas (cosa que no hacía el imperio con sus sueños de dominar al mundo ¿cómo iban a perder el tiempo en ello?).

Los cristianos de los tres primeros siglos (en los cuales hubo dos pandemias terribles de 2 y 5 millones de muertos respectivamente) se distinguieron por arriesgar su vida cuidando a los apestados. San Dionisio de Alejandría fue testigo de la reacDiscernimiento pastoral en la pandemia 2ción de los paganos a la plaga: “Desde el mismo inicio de la enfermedad, echaron a los que sufrían de entre ellos y huyeron de sus seres más queridos, arrojándolos a los caminos antes de que fallecieran y trataron los cuerpos insepultos como basura, esperando así evitar la propagación y el contagio de la fatal enfermedad

Y esa manera de vivir el amor desinteresado y entregado hasta morir, fue lo que levantó la admiración de los no creyentes e hizo que muchos paganos se preguntaran ¿qué tienen estos cristianos, hasta ahora insignificantes y hasta despreciados, que nos atienden en las pandemias incluso corriendo el peligro de morir contagiados?

Esta fue la puerta que abrió la evangelización a la Iglesia primitiva pobre y minoritaria. Y esta es la oferta que nos hace San Marcos en este evangelio con la oración contemplativa de Jesús. Él descubrió que la verdadera misión evangelizadora consiste en un equilibrio entre la oración contemplativa y la acción transformadora de los “demonios” de esta época, como respuesta a esa experiencia del cariño que su Padre Dios tiene con sus hijos adultos. Este equilibrio produce un discernimiento de la pandemia como reto evangelizador, como Iglesia en salida, como purificación de una pastoral de conservación rutinaria en un cambio de época.


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One comment

  1. En mi opinión la iglesia necesita asumir como propias las actividades cotidianas de la vida de cada día. Los laicos tenemos que trabajar «fuera» de la Iglesia porque ese es el planteamiento que tiene la Iglesia hoy día. Por un lado esta la «vida civil» y por otro la eclesial. Los laicos somos «bipolares» cuando trabajamos estamos fuera y cuando rezamos dentro de la Iglesia.
    Lo terrenal no es tarea de la Iglesia, como hacer coches no es tarea de la Iglesia una fabrica de coches no puede estar integrada es la estructura eclesial. Y esto se puede aplicar a casi toda la actividad económica lo cual es un error porque el pan y el vino que se trasformaran en el cuerpo y la sangre de Cristo son fruto de la tierra y del trabajo del hombre y aquí están incluidos no solo el trabajo del bodeguero sino todos los trabajos. (Sin el trabajo no hay ni pan ni vino y por tanto no se podría celebrar la eucaristía ). Y todo esto no esta integrado en la estructura de la Iglesia.
    Caritas busca integrar en la sociedad a los marginados, lo suyo sería que los integrara en la comunidad eclesial pero como en la comunidad eclesial no hay empresas, cooperativas (todo lo tenían en común) tiene que buscarles trabajo fuera de la Iglesia.

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