Desde nuestra fragilidad
y con las miserias y contradicciones que cada cual llevamos en el macuto,
nos encaminamos alegres y presurosos hacia el Portal de Belén.
Nuestro Dios está tan encandilado con la condición humana que la ha asumido para siempre.
Quiere prolongar su presencia mostrándonos su rostro en lo más pequeño y vulnerable.
Compartir la misión evangelizadora en Madrid entre las personas más pobres
y tratar, junto con ellas, de no perder el paso firme y ágil del Nazareno
es la apasionante tarea que gozosamente nos vincula.
Gracias por el cachito de Reino de Dios y su justicia que le dejas construir a Él.
Gracias por las cualidades y talentos que pones al servicio de su causa.
Perdona los muchos fallos y lagunas.
Y, sobre todo, esta buena y bendita Noche,
vamos, deprisa, deprisa, como casi siempre, a adorarlo.
¡Bienvenido Dios a nuestra tierra!
Muy feliz y santa Nochebuena y Navidad.
Un abrazo cariñoso,
Josito.
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