CUMPLIMOS DOS AÑOS SIN LUZ EN CAÑADA REAL, PERO NADA QUE CELEBRAR
– Comunicado de Caritas diocesana de Madrid –
Dos años sin darse una ducha caliente, sin calentar sus casas o estudiando a la luz de las velas. El invierno se acerca y en la Cañada Real las más de 900 familias del Sector VI revivirán con angustia esta situación. En la memoria colectiva el apagón de Cañada va quedando lejos, pero el problema de falta de luz sigue estando apenas a unos kilómetros del centro de la capital. En Cáritas Madrid entendemos que sin igualdad de oportunidades, no puede haber una verdadera inclusión, por eso pedimos a los agentes sociales implicados que cooperen para buscar un solución.
Este es de esos aniversarios que no queremos celebrar. Se cumplen ya dos años desde que la Cañada Real, concretamente el Sector VI, se quedara sin luz.
Desde Cáritas Diocesana de Madrid ponemos de manifiesto, y recordamos, que esta situación que viven las familias de Cañada sigue siendo inhumana, lo era hace dos años y lo es ahora. Un año más volvemos a hablar de tristeza, impotencia, sensación de abandono y, en el mejor de los casos, de resignación.
Han pasado dos años, en el imaginario colectivo -y mediático- el corte de luz en la Cañada Real va quedando muy lejos, pero el problema sigue estando cerca. Apenas a unos kilómetros del centro de Madrid sigue sin haber suministro eléctrico, pero sí hay más de 900 familias que viven en condiciones infrahumanas y a quienes se les niega el derecho de vivir con dignidad.
Se acerca de nuevo el invierno, volverá el frío, las tardes se acortarán y los niños y niñas de Cañada tendrán que volver a hacer sus deberes o a estudiar bajo la luz de las velas. Seguirán sin poderse dar una ducha caliente o sin poder calentar sus casas.
No olvidemos que hablamos de un territorio que antes del apagón ya contaba con graves carencias estructurales, con vías poco accesibles y con escasa conectividad, tanto de acceso a Internet como de cobertura de telefonía. A esto hemos sumado la falta de iluminación, de calefacción y la imposibilidad de tener agua caliente para cumplir unos mínimos de aseo personal. Lo que hace que el día a día de las personas que viven en al Cañada sea una carrera de obstáculos: recorrer largas distancias a pie para coger un autobús o ir al centro de salud más cercano, no poder hacer trámites o gestiones on line, o que los niños o niñas a duras penas pueden hacer los deberes a la luz de las velas.
Estas condiciones hacen que la situación de vulnerabilidad en la que viven las familias de Cañada se agrave, lo que a medio y largo plazo tiene graves consecuencias para sus procesos formativos, emocionales y vitales. Nos dicen los propios vecinos, “nos hemos sentido diferentes toda la vida”, y seguirá siendo así mientras no se tomen medidas.
Entendemos que es imposible que se dé una verdadera inclusión si no se da a todas las personas igualdad de oportunidades para acceder a los mismos derechos y recursos que el resto de la sociedad.
Pensamos que la solución a esta situación pasa porque todos los agentes sociales implicados, desde la Comunidad de Madrid hasta los Ayuntamientos de Madrid y Rivas, el gobierno central y UFD, trabajen y cooperen en la búsqueda de una solución que ponga por delante la dignidad de las personas.