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Cañada Real afronta su segundo invierno sin luz

LA CAÑADA REAL AFRONTA SU SEGUNDO INVIERNO SIN LUZ

[Artículo de José Calderero de Aldecoa para Alfa y Omega de 9.12.21]
[Foto cedida por Houda Akrikez]

Ver en esta entrada, un listado de las principales acciones de la Iglesia de Madrid en Cañada real desde 2014.

Desde que se fue el suministro eléctrico, el 2 de octubre de 2020, las familias sobreviven de milagro. La labor de la Iglesia e iniciativas como la recién creada Plataforma de la luz dan esperanza al poblado.

Cañada Real. Houda AkrikezHouda Akrikez nació en Marruecos, pero a los 9 años se trasladó a Madrid. Su padre se había comprado una casa a un cuarto de hora de la Puerta del Sol, en la Cañada Real. Allí sigue tras 27 años, aunque ahora vive con sus hijas de 12 y 11 años. Su formación como mediadora intercultural y su excelente castellano la han llevado a convertirse en una de las vecinas más activas en las reivindicaciones para que, en particular, la luz vuelva al poblado, que está a oscuras desde octubre de 2020, y, en general, por las condiciones de vida de las 4.000 personas –entre ellas, 1.800 menores– que malviven en los sectores 5 y 6. Pero Akrikez ha tenido que pagar un precio muy alto. «En una ocasión, justo antes de una protesta, me avisaron de que había fuego en mi casa», recuerda. «Mi madre se había olvidado una vela encendida». Lo peor, sin embargo, no era que ardiera el inmueble, sino que dentro de él estaban sus hijas. «Estaban durmiendo y pude sacarlas en el último momento». No ha sido la única vez que la familia ha visto la muerte de cerca. «Un día llegué tarde de trabajar y mi hija tenía tanto frío que intentó encender ella sola la estufa». Cuando Houda entró en la vivienda «el olor a gas era increíble. Abrí todas las puertas y ventanas y la cosa no fue a mayores», asegura en conversación con Alfa y Omega. El incidente también se escuchó en la presentación de la Plataforma Cívica por el Suministro Eléctrico de Cañada Real, el 26 de noviembre, en la que Akrikez participó en calidad de presidenta de la asociación cultural de mujeres Tabadol. «Nos hemos unido ya cerca de 60 entidades. Pedimos que vuelva la luz, contratos para poder pagarla y una mesa de seguimiento  de la situación», concluye.

Para Agustín Rodríguez, párroco de Santo Domingo de la Calzada, situada en una de las zonas más degradadas de Cañada Real, la creación de la plataforma es una buena noticia. «Cualquier iniciativa que intente visibilizar una situación donde las familias lo están pasando mal, y toda iniciativa que sume para encontrar cauces de diálogo y entendimiento que nos puedan ayudar a encontrar una solución, pues bienvenida sea», dice el sacerdote, que este viernes recogerá el Premio Derechos Humanos concedido por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). Rodríguez mantiene vivas iniciativas como el comedor social y el servicio de ducha para aquellos que lo necesiten. Además, ha impulsado «la apertura de una clínica dental en la parte de atrás de la parroquia», y «se preocupa también por el desarrollo de la infancia» con «ayudas a la escolarización o actividades de ocio para menores», destacan en la APDHE.

A toda esta tarea, a la que hay que sumar la ingente labor de Cáritas Diocesana de Madrid, se añade ahora la atención a las familias de cara a un segundo invierno sin luz. «La situación es desesperante. No hemos sido capaces de encontrar una solución», reconoce el sacerdote, que sin embargo define el trabajo de la Iglesia como «subsidiario» del de las autoridades: «intentamos llegar donde no llegan otros». En este sentido, el año pasado puso en marcha una recaudación de fondos para que las familias pudieran comprar bombonas o lo que fueran necesitando. En la actualidad, «estamos a la espera de las medidas que se implementen a partir del pacto firmado por las distintas administraciones y, a partir de ahí, trataremos de atender las necesidades de los vecinos que no están cubiertas», concluye.

En línea con el trabajo del sacerdote, el arzobispo de Madrid instó la semana pasada a las autoridades a atender las dimensiones «estructurales» del problema y a no «olvidar la puesta en marcha de medidas paliativas que deben establecerse con urgencia». «Lo que pasa en la Cañada Real me duele, me conmueve y me indigna. No podemos normalizar ni validar la falta de electricidad y de una vida digna para quienes viven allí. Me da vergüenza que haya niños y ancianos en esa situación», confesó el cardenal Carlos Osoro en una entrevista a Europa Press.

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