Día de convivencia desde la cárcel de Navalcarnero

Día de convivencia desde la cárcel de Navalcarnero
CELEBRAR LA VIDA DESDE DIOS SIEMPRE MERECE LA PENA

Francisco Javier Sánchez González
Capellán del Centro Penitenciario de Navalcarnero – Madrid IV

Pastoral Penitenciaria. Día de convivencia desde la cárcel de NavalcarneroSon muchas las veces que la vida parece como que se nos escapa, o como que por circunstancias nos juega malas pasadas, incluso como que no merece casi vivir la vida. A veces nos preguntamos el por qué de tantos sufrimientos, el por qué de tanto dolor. Y quizás no nos paramos a disfrutar lo bonito que de la vida, las muchas posibilidades que nos brinda a diario, de poderla vivir de manera plena. Puede parecer muy cursi o muy de libro, pero sin duda que el mejor tesoro que tenemos todos los seres humanos es el de la propia vida. Y por eso siempre merece la pena celebrarla.

Pero además merece la pena celebrarla en compañía y en comunión con los otros, con los que descubrimos que nos unen muchas cosas, aunque seamos de diferentes razas, países, maneras de vivir o situaciones personales concretas. La vida siempre merece la pena celebrarla con los otros. Y como creyentes descubrimos que en esa vida en comunidad, vivida así plenamente, se hace presente el Dios en quien creemos, el Dios que nos ha creado y que desde siempre ha soñado con nosotros, el Dios que nos hace ser hermanos y que nos permite encontrarnos cada día y disfrutar juntos de esa misma vida.

Al terminar este domingo 25 de febrero de 2024, siento que Dios me sonríe, y junto a mí que sonríe a todos los que hemos vivido y posibilitado el día de hoy. Miro las fotos del día, me recreo en los rostros, en las palabras, en las sonrisas… y descubro también la sonrisa del Dios Padre-madre que nos da fuerzas y nos anima a seguir. Siento que ese Dios nos da hoy a cada uno de nosotros las gracias, siento que en cada rostro concreto compartido se hace presente la presencia del Dios de Jesús, muerto y resucitado y presente en cada uno de nosotros. Siento por dentro que Jesús se ha sentado a nuestro lado, que ha comido nuestra paella, que ha enjugado nuestras lágrimas de emoción y a veces de impotencia, que se ha paseado a nuestro lado y que nos ha abrazado en cada uno de los abrazos que todos nos hemos dado.

Pastoral Penitenciaria. GUÍA "AL SALIR DE PRISIÓN".Es difícil resumir todos los sentimientos y las emociones que juntos hemos vivido y posibilitado en el día de hoy. Quizás haya dos palabras que los resumen: GRACIAS Y VIDA. GRACIAS a todos porque todos lo hemos hecho posible, cada uno desde su hacer, desde su estar pendiente del otro, desde la risa, la comprensión y el cariño. Y VIDA porque lo que hoy hemos compartido ha sido mucha vida, hemos compartido vidas necesitadas todas de redención, de salvación y de esperanza, vidas llamadas a disfrutar juntos de esa vida con mayúscula. Y por eso, se ha hecho presente el Jesús del Evangelio en quien creemos, porque donde están dos tres compartiendo vida y abrazos, allí está presente el Jesús que anduvo por Galilea. El Jesús que fue tan criticado por los grandes, pero que supo estar siempre con los de abajo, el Jesús acusado de comer y de beber que comió y bebió con los pobres, el Jesús que fue asesinado por los de arriba, pero que el DE ARRIBA resucitó y le dio la razón, le dio la vida para siempre y nos la sigue comunicando a nosotros.

Hoy hemos tenido un día de convivencia entre chavales de la cárcel, presos como nos decía nuestra amiga Marichu, familiares, voluntarios y la comunidad de Jorge, la parroquia de Nuestra Señora de la Guía en Madrid. Y desde luego que nos ha pasado como siempre, como cuando vamos al camino de Santiago, que una vez juntos ya no había ni presos, ni familias, ni voluntarios, ni feligreses de la parroquia, había PERSONAS, había seres humanos con ganas de compartir y de celebrar juntos. Había muchas ganas de vivir la vida desde los problemas, sufrimientos, ilusiones y esperanzas de cada uno de los que estábamos allí. Y todos hemos hecho posible que así fuera. Como que por un momento nos hemos olvidado de todo lo negativo y nos hemos puesto a celebrar juntos todo lo positivo. Un compañero de Jorge en la parroquia, también cura, lo ha resumido muy bien, al decir que hoy, en el evangelio de la transfiguración, en este segundo domingo de cuaresma, habíamos vivido juntos una transfiguración. Que Jesús se había transfigurado delante de nosotros como lo hizo en el Tabor, ante sus amigos. Hoy Jesús se transfiguró a nuestro lado y nos dio fortaleza para seguir. Nos invitó a bajar del Tabor pero desde lo que hemos sentido, vivido y disfrutado juntos. Hemos vivido un Tabor especial que nos va a hacer vivir la vida de manera diferente.

Como siempre ha sido un esfuerzo de todos y cada uno de los que allí estábamos, pero es como en partos: después de los dolores siempre viene la criatura que nos hace olvidar lo sufrido, y el dolor del parto se ve sobrepasado con creces por tener en nuestros brazos a la nueva vida. Hoy también el trabajo y el esfuerzo, incluso a veces los sinsabores para llevar a cabo el encuentro, se ven muy compensados con las sonrisas, los abrazos y todo lo compartido juntos.

De la cárcel, después de mucho esfuerzo por los permisos, han salido ocho chavales, con ilusiones y con alegría. Junto a ellos muchas de sus familias, y también familias de chavales que no han salido, pero con las que nos reunimos mensualmente en la parroquia de Fuenlabrada. Además de los voluntarios que acudimos cada día a la cárcel, de personas de la parroquia de Belén de Fuenlabrada, y de la comunidad de la guía que tan maravillosamente nos ha acogido.

Parroquia Nuestra Señora de la Guía. Madrid.Hemos llegado a la parroquia de Nuestra Señora de La Guía hacia las once de la mañana, después de recoger a voluntarios, familiares y chavales tanto en Fuenlabrada, como en la cárcel. Y en la parroquia nos estaban ya esperando voluntarios y feligreses de la parroquia, con el café preparado, bollos y pastas, para darnos la bienvenida y comenzar el día. Nos hemos ido saludando y colocando. Y hacia las doce ha comenzado María Yela, Marichu como la conocemos cariñosamente, actual delegada episcopal de pastoral penitenciaria de la diócesis de Madrid, psicóloga de formación, y hasta hace cuatro años trabajando en diferentes cárceles del país. Una mujer que no solo ha trabajado en la cárcel sino que vive la experiencia de la cárcel y los presos desde una especial experiencia de Dios. Nos ha transmitido su experiencia en la cárcel y como siempre nos ha ayudado en la reflexión personal y en el cómo hacer para entre todos poder ayudarnos. No ha sido una charla, ha sido un testimonio vivo de lo vivido en más de cuarenta años y ahora en su trabajo como voluntaria. Después hemos tenido un rato de preguntas y compartir juntos con ella.

Hacia las dos nos hemos levantado para comer, y ha sido francamente “de evangelio”. Han aparecido los chavales africanos que viven con Jorge con una paella espectacular, tanto que no ha cabido por la puerta del local y ha habido que ponerla en una de las mesas del parque. Ha sido maravilloso cómo en poco tiempo estaba toda la paella servida, para cerca de cien personas. Jorge se ha puesto a servir los platos y todos hemos hecho una gran cadena para ir llevándola a las mesas. Francamente, tengo aún en la retina el espectáculo de servicio que entre todos hemos llevado a cabo, casi parece mentira. Además la paella estaba suculenta. También han traído las familias más cosas para compartir, lasañas, empanadas, tortillas, y luego un sinfín de dulces para el postre, de flanes, de torrijas… no ha sido necesario acudir al milagro de la multiplicación de los panes y los peces, porque “ya venía todo multiplicado”. Hemos compartido la comida al más puro estilo del evangelio, donde todo era de todos, donde todos hablábamos, nos comunicábamos y reíamos juntos. Y la sonrisa de Dios delante de cada uno de nosotros, disfrutando del momento.

Después teníamos previsto ver una película sobre el tema de la justicia restaurativa, pero nos ha parecido más importante tener el diálogo y la sobremesa en común. Ha comenzado Jorge, el párroco, (que comparte vida y casa desde hace veinte años con chavales primero toxicómanos y ahora africanos que llegan en patera), comentándonos cómo vivían la vida de su parroquia y qué hacían juntos. Nos ha comenzado diciendo que la principio en esta “miniparroquia” casi todo era como en otras, el rito y la misa simplemente y que con el paso del tiempo han ido viendo que la parroquia tiene que ser otra cosa, que es necesario poder compartir juntos la vida como cristianos a otro nivel. Y para eso, basándose en el texto de Mt 25, acerca de la exigencia del cristiano, han hecho diferentes grupos de ayuda y de reconocimiento de Jesús en el rostro de los otros, como apunta el texto de Mateo. Ha sido han hecho un grupo de “tuve hambre”, con la recogida de alimentos para la casa de acogida de los africanos donde vive el mismo Jorge; un grupo de “tuve sed” con la sensibilización hacia el medio ambiente; un grupo “estuve en la cárcel”, participando en nuestra cárcel de Navalcarnero; un grupo de “estuve enfermo”, visitando a enfermos del barrio y llevándoles la comunión o compañía; y celebrando todo eso en las eucaristías de los sábados y los domingos, haciendo de las celebraciones auténtica vida y evangelio. Nos ha manifestado por eso desde esa experiencia de comunidad que estaban contentos del día que estábamos viviendo juntos. Un gran aplauso ha seguido a la intervención de Jorge, y luego han seguido intervenciones de chavales de la cárcel, de gente de la parroquia… todos coincidían en que ese era el auténtico rostro de Iglesia que todos necesitábamos. Ha habido también intervenciones apelando al respeto de todos, diciendo que probablemente no todos entienden así el seguimiento de Jesús pero que es necesario respetar todos los estilos; alusiones a nuestra querida parroquia Sagrada Familia de Fuenlabrada, defenestrada hace años, simplemente por no cumplir los cánones que desde arriba querían algunos. Pero hemos coincidido en que ahí estaba la Iglesia de Jesús, tal y como nosotros entendíamos el evangelio. Ojala que los de arriba, aunque a veces no compartan este estilo, nos dejen vivirlo así.

Ha habido también testimonios de chavales comentando el camino de Santiago que vivimos el años pasado, como auténtica experiencia de vida nueva, o lo que estaba suponiendo este encuentro para todos. Y por supuesto también hemos citado al papa Francisco, a quien yo le debo tanto, especialmente que me haya rehabilitado en mi sentir con la Iglesia. El papa Francisco que siempre apoya lo que hacemos desde la cárcel, que siempre está pendiente de lo que hacemos con los presos, y que siempre lo que me dice es que recemos por él. El nuevo rostro de Iglesia misericordiosa y acogedora es el rostro que Francisco nos transmite con su actuar. Ahora con la exhortación “Fiducia Suplicans” que ha sido tan criticada por algunos sectores de la misma Iglesia (sobre todo por lo de arriba, desde luego), nos invita a poder bendecir a todos porque todos somos personas, con virtudes y con pecados, con cosas buenas y menos buenas, todos tenemos de qué arrepentirnos y de qué pedir perdón. Desde algunos obispos “creídos buenos como los fariseos”, que critican la exhortación, como algunos “curas también creídos buenos”, o como incluso gente de las parroquias que se creen diferentes, mejores, y que su fariseísmo les impide ver el rostro del Dios misericordioso que nos muestra Jesús de Nazaret. El papa Francisco invita a bendecir a todas las personas, consciente además de que no bendice él, ni los obispos, ni los curas, sino el mismo Dios a través de cada uno de ellos, pero que ellos no son depositarios de esa bendición que se están apropiando.

Solo bendice Dios y en el evangelio Jesús jamás niega esa bendición a nadie. Incluso los que en el evangelio critican la actitud de Jesús de acogida y misericordia, son los que tienen una vida que deja mucho que desear y que es criticada por Jesús, hasta el punto de llamarles “sepulcros blanqueados”. Me pregunto qué diría hoy Jesús de esos que se creen buenos, y que critican la actitud del papa. Quizás habría que leerles lo que dice san Lucas: “también a unos, que presumían de ser hombres de bien y despreciaban los demás, les dijo esta parábola…” (Lc 18, 9). O las tres parábolas de la misericordia, también de San Lucas, que van precedidas de estas palabras: “Entre tanto, los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: Este anda con pecadores y come con ellos” (Lc 15). Y a esos que le critican, y que son buenos, Jesús les habla de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. Me pregunto si algunos de esos “buenos” que critican al papa, algunos de esos obispos, curas y feligreses, han leído este evangelio o la página esa se la han saltado.

Ha sido un diálogo bonito, entrañable y desde el Evangelio. Hemos reído, compartido y por qué no, también nos hemos emocionado al escuchar diferentes testimonios, tanto de presos como de madres.

Pastoral Penitenciaria. Cárcel de Navalcarnero Madrid IV.El día se nos ha pasado volando, sin darnos cuenta y enseguida nos han llegado las seis de la tarde, la hora de coger de nuevo el autobús para marchar a la cárcel. Hemos recogido entre todos las mesas, y luego nos hemos ido despidiendo entre abrazos y palabras de agradecimiento, porque todos habíamos colaborado en que el día resultase así de feliz.

Hemos vivido juntos una perfecta eucaristía. Jesús, se ha hecho presente sacramentalmente en cada uno de nosotros y en todo lo que hemos vivido. En los abrazos, en el trabajo de quien ha preparado la paella, en quien la ha servido, en quien nos ha animado en el diálogo… en definitiva en todos… el cuerpo entregado y la sangre derramada del maestro se ha hecho presente entre nosotros, hemos hecho vida la eucaristía, con el mejor ritual, con las mejores palabras que han brotado del corazón y con los mejores abrazos y alegrías y lágrimas compartidas. Hemos comulgado juntos en una profunda celebración de la eucaristía, y … el Dios de Jesús nos ha sonreído permanentemente.

Al final la foto juntos, en la puerta de la parroquia, la subida al autobús y la marcha a Navalcarnero. El corazón lleno, bueno y la tripa también. El corazón lleno de emociones y de vida compartida.

Hemos llegado a la hora prevista a la cárcel, hacia las 7, y es curioso que cuando han entrado los chicos nos ha costado dejarles como siempre, por supuesto. Pero ha sido diferente, porque habíamos disfrutado de la experiencia del Tabor, de la transfiguración, y eso es lo que llevábamos en la retina y en el corazón cada uno de nosotros. Gracias por todo lo vivido.

Y al terminar, recuerdo de nuevo las palabras del Santo de América, San Oscar Romero, “morirá un obispo, pero la Iglesia que es el pueblo vivirá para siempre”. Eran palabras que decía Monseñor Romero poco antes de ser asesinado. A él lo mataron, pero él sigue presente donde siempre quiso estar, entre su pobrerío. Después de un día vivido como el de hoy nos unimos en esa misma experiencia: La Iglesia que es el pueblo vive por encima de que algunos no nos entiendan, por encima de que a veces los de arriba no lo vivan así, nosotros hoy nos hemos sentido pueblo, nos hemos sentido Iglesia, nos hemos sentido discípulos de Jesús, porque por encima del rito habitual hemos celebrado la vida que tenemos todos en común. Y de nuevo el Dios de Jesús nos sonríe y nos dice: “Venid benditos de mi Padre porque tuve hambre, tuve sed, estuve desnudo, enfermo y en la cárcel y me asististeis “ (Mt 25).

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