Entrevista a Juan Carlos Antona, director del Secretariado de Pastoral del Trabajo de la archidiócesis de Madrid.

Entrevista con Juan Carlos Antona, Pastoral de Trabajo Madrid

ENTREVISTA A JUAN CARLOS ANTONA,
DTOR. DEL SECRETARIADO DE PASTORAL DEL TRABAJO DE MADRID.

[tomado de la revista MAS de octubre del 23]

«Los dramas del desempleo y la explotación son permanentes en nuestra estructura laboral. Hoy, además, se ha afianzado otro drama que angustia a millones de trabajadores y a sus familias: la precarización».

Entrevista a Juan Carlos Antona, director del Secretariado de Pastoral del Trabajo de la archidiócesis de Madrid.El Secretariado de Pastoral de Trabajo, que se enmarca en la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación, no era desconocido para Juan Carlos cuando se convirtió en su director, ya que compartió parroquia con sus dos predecesores -el último D. Juan Fernández de la Cueva- en San Blas, de la que él es párroco. En Hermandades del Trabajo-Centro de Madrid tuvimos el privilegio de contar con él como pregonero de Navidad en 2021. También nos ha acompañado en las celebraciones organizadas con motivo del 75 Aniversario de la constitución de Hermandades del Trabajo.

Juan Carlos, ¿son la Pastoral del Trabajo y su labor bien conocidas en nuestra Archidiócesis?

Evidentemente, yo diría que no. El Secretariado de Pastoral del Trabajo se encuentra dentro de la estructura de la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de nuestra Archidiócesis.
Nuestro Vicario Episcopal es D. José Luis Segovia, y en la Vicaría se insertan organismos tan importantes como Cáritas Madrid, la Delegación de Movilidad Humana (Migraciones), los secretariados de pastoral gitana, penitenciaria, del tráfico, del trabajo, el SARCU (Servicio de Atención Religiosa Católica de Urgencia), distintas comisiones e instituciones.

Toda la Vicaría tiene un denominador común: alentar y coordinar los muchos empeños pastorales que, en el terreno de lo social, realiza nuestra Iglesia madrileña. Buscamos el rostro de los excluidos para ponernos de su lado: a su favor y, sobre todo, junto a ellos y con ellos. Pero el problema real es la dificultad que existe en muchas comunidades y en muchos cristianos para descubrir en el mundo del trabajo (como en otras realidades) la llamada que el Señor nos está haciendo para evangelizar y humanizar.

Yo diría que esto tiene que ver con que aún tenemos que avanzar mucho en nuestra vocación bautismal: el Señor nos llama a ser apóstoles también en el mundo del trabajo.

¿Cuáles son, en su opinión, los retos que plantea el mundo del trabajo a la Iglesia, hoy?

Creo que son múltiples y de varios tipos. Por un lado, el de la presencia de la Iglesia en esta realidad.

Ciertamente, existen infinidad de empresas y de pequeños negocios, donde es imposible una presencia organizada de la Iglesia. Pero también tenemos movimientos y organizaciones como Hermandades del Trabajo (o la HOAC, la JOC y otras más), que nos ayudan a los cristianos a ser esa presencia de la Iglesia, evangelizadora y transformadora, en nuestros ámbitos laborales.

Tenemos también el reto de cómo la Iglesia está llamada a dignificar el mundo del trabajo. Y aquí aparece la respuesta que estamos dando a través de numerosas organizaciones en la Plataforma de la Iglesia por el Trabajo Decente, tanto a nivel nacional como diocesano.

Y, por último, esos retos que nos plantean los trabajadores más excluidos o marginados. Está la dramática realidad de los accidentes laborales, el acompañamiento de esas víctimas y sus familias, la mejora de las condiciones laborales (junto a sindicatos y empresarios), la respuesta que desde Cáritas y otros colectivos se dan para ayudar a la inserción laboral, especialmente a los trabajadores migrantes. Y tengo que decir que, la acción de la Iglesia en este nivel, es preciosa, aunque también muy desconocida.

¿Cuáles serán las principales líneas de trabajo del Secretariado en este próximo curso?

En la línea de nuestro nuevo Arzobispo, don José Cobo, tan sensible a esta realidad del trabajo y, de una manera muy especial, a Hermandades del Trabajo, continuaremos con lo que ya venimos realizando desde hace años: potenciar la acción coordinada de todas las organizaciones de Iglesia en torno al Trabajo Decente, apoyar en todo lo que sea necesario la acción de los distintos movimientos de apostolado, sensibilizar a toda la comunidad diocesana sobre la dimensión del trabajo como parte esencial de nuestra vida cristiana y ayudar para que, en las parroquias y comunidades, se forme en el compromiso social como algo esencial de nuestra identidad bautismal.

Los dramas del desempleo y la explotación son permanentes en nuestra estructura laboral. Hoy, además, se ha afianzado otro drama que angustia a millones de trabajadores y a sus familias: la precarización.

Tener un trabajo, incluso un trabajo fijo, no le garantiza a casi ningún trabajador la estabilidad laboral y, menos, llegar a fin de mes dignamente. Esto afecta a todos los sectores y a todos los estratos de población: la vivienda, por ejemplo, hoy es un lujo que no está al alcance de la mayoría de la población, ni siquiera de aquellos que tienen profesiones consideradas seguras o de mayor nivel.

Pues bien, ¿Cómo reacciona la Iglesia ante esto? Ni más ni menos que aplicando el Evangelio y la Doctrina Social: los pobres son el camino de la Iglesia. Mirando al carpintero de Nazaret, José, y a su hijo, Jesús, no podemos dejar de mirar a tantos trabajadores que ven pisoteada su dignidad o no pueden vivir en condiciones porque su trabajo no les garantiza una vida digna.

¿Cuál es la problemática, los retos y desafíos del mundo del trabajo actual?

Bastaría escuchar o leer al Papa Francisco para encontrar la respuesta a esta pregunta. Diría, fundamentalmente, dos cosas:

  • La tentación del individualismo. Vivimos en una sociedad donde el bien común es muy secundario. Es necesario posibilitar lugares de encuentro: caminar juntos, compartir. Hay que tender puentes, no solo entre creyentes. También con todos aquellos que están comprometidos con el bien común.
  • El permanente recordatorio de que el trabajo está al servicio de la persona, y no a la inversa. Por ejemplo, no podemos abordar una autentica pastoral familiar, sin reivindicar la conciliación familiar.

¿Cómo podemos colaborar los miembros de la Iglesia en la difusión del mensaje de Jesús en los ambientes laborales?

La Iglesia existe para evangelizar, y todos somos evangelizadores, misioneros. Telegráficamente, entre otras iniciativas, propongo:

  • Formarnos desde la Doctrina Social de la Iglesia. Redescubrir, en la escucha de la Palabra De Dios, nuestra vocación bautismal.
  • Insertarnos en grupos y movimientos especializados en el apostolado en el mundo del trabajo.
  • Ayudar en acciones en favor de los parados, excluidos, migrantes, trabajadores precarios, víctimas de accidentes laborales…
  • Denunciar, desde el Evangelio y la Doctrina Social, situaciones injustas o de explotación que detectemos.
  • Y por último, lo más importante: nuestro testimonio personal. Somos cristianos en todos los ámbitos de la vida, también en el trabajo. Vivamos la fraternidad dentro y fuera de la comunidad cristiana.

El trabajo está al servicio de la persona, y no a la inversa.

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