LECCIONES DE LA COVID-19
Juan Fernández de la Cueva
Dtor. del Secretariado diocesano de Pastoral del Trabajo
Nota: Este artículo está inspirado en ENMA MARTÍNEZ OCAÑA, Es tarde, pero es nuestra hora, Narcea Ed. pp. 114-134
Imagen de cabecera: SR. GARCÍA para El País.
Esta pandemia del Covid-19 ha puesto en evidencia que no se puede vivir independiente de las demás personas. Esta creencia es un virus que el sistema neoliberal nos ha inoculado sin darnos cuenta y ahora es dificilísimo liberarnos de él.
Todo ser viviente es interdependiente y eco dependiente. Absolutamente todo de lo que necesitamos para nuestra existencia lo obtenemos mediante el intercambio de lo que podemos llamar “bienes fondos” de la naturaleza. Bienes que nosotros no hemos producido, sino que se han gestado durante largos ciclos. Por ejemplo, el ozono, el agua, los minerales: los podemos controlar, pero no fabricar.
Ahora bien, el sistema neoliberal nos ha contagiado el virus destructivo de que el crecimiento ilimitado es posible y, por eso, que lo mejor es organizarse la vida consumiendo y acaparando esos bienes de forma que cada uno pueda ser autónomo e independiente de los demás. Si tengo dinero, yo puedo solucionar mi vida o al menos comprar todo para sobrevivir.
La crisis ecológica y la Covid-19 nos están avisando machaconamente que esto es una mentira suicida tanto en el terreno de la salud como en el de la economía. Si los demás no se cuidan y no me cuidan, no funciona ni la economía ni mi existencia. Somos una vida en proyecto desde que nacemos y dependemos de los cuidados imprescindibles de los demás y del entorno para que podamos sobrevivir.
El hecho de que esta pandemia nos haya obligado a parar la producción mundial ¿no podría ser la ocasión idónea para dar el giro radical que necesitamos hacer? Dolores Aleixandre contesta que podemos aprender esta lección; “los límites de la autosuficiencia y la común fragilidad, la conciencia de que frente al virus de la Covid-19 no hay más defensa que el virus de la solidaridad” Hace falta que la Iglesia se implique en esta opción desde la dimensión social de la fe. El Papa Francisco ya lo ha hecho en la Laudato si’ y en la Fratelli tutti.
Podemos apostar de nuevo por seguir sosteniendo este modelo actual de acumulamiento capitalista, de voracidad especulativa que afianza las desigualdades, o bien podemos apostar por un modelo de producción y consumo que gire en torno a la vida, es decir que luche activamente contra las desigualdades, la redistribución de la riqueza, el salario mínimo vital, el reparto del poco trabajo que va a quedar en pie…
No es verdad que el neoliberalismo depredador actual no tenga alternativa. Hay alternativas, pero falta conseguir poder ciudadano y político para hacerlas verdad, porque el poder real está en manos de las élites económicas que son las interesadas en que nada cambie y las que tienen los medios para conseguirlo. No será posible ningún cambio serio sin una fuerte “militancia política” por parte de la ciudadanía.
Es importante despertar, formarnos y saber buscar alianzas de instituciones y personas para hacer frente en esta confrontación. Tenemos que disputar la hegemonía cultural y la seguridad vital a las élites que tienen el poder, y exigir que la salud y la seguridad vital de las personas sea una prioridad absoluta. Esto debía ser objeto de debate en la Iglesia, en los centros educativos, en las ONG, parroquias, comunidades de vecinos… Nos corresponde por coherencia con nuestra fe.
No debemos esperar que esta alianza de fuerzas lo vaya a comenzar las grandes asociaciones financieras, o los grupos de presión dominados por ellas, que defienden con mucho poder y dinero este sistema. Son ellas quienes se benefician de las víctimas de esta pandemia. Dos datos significativos en nuestro país: durante el 2019 la remuneración de los consejos de administración de las empresas del Ibex creció un 7%. Unas 200 familias que tienen mucho poder en estos ámbitos triplicaron su patrimonio últimamente (Datos de A. VILLENA OLIVER, Redes de poder en España, Roca Editorial, Barcelona 2019; Citado en E. MARTINEZ OCAÑA, Es tarde, pero es nuestra hora, Editorial Narcea 119)
¡Gracias a Dios, que en la primera ola de esta pandemia un grupo significativo de personas ha cifrado el ideal de su vida en ayudar a los demás y un número grande de personas ha aguantado estoicamente la imposibilidad de dar besos y achuchones a seres queridos por no contagiar a otros! Otro grupo significativo de personas ha descubierto que podemos vivir con menos consumo. Incluso ha habido experiencias enriquecedoras de que no merece la pena perder tiempo en correr y correr por producir más, gastar más, tener más.
¡Vosotros sois el verdadero sacramento de la Iglesia de campaña que sirve y sale para acompañar la vida, para sostener la esperanza! Sois un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura: “nadie puede pelear la vida aisladamente” ¡Qué importante es ser levadura de fraternidad y amistad social, como define la Fratelli tutti!
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