Testimonios del voluntariado en la prisión de Soto del Real

EL DERECHO A UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Testimonios del equipo de voluntariado de Cáritas Madrid en la prisión de Soto del Real

[Mª José Álvarez López para la web de Cáritas Madrid, 12.12.24]

“No sé qué tiene la cárcel que te atrapa, allí las cosas se viven con fuerza. Tengo en mi retina recuerdos de muchas caras con lágrimas, de muchas sonrisas francas, de poesías que guardo como tesoros, de felicitaciones”. Es el testimonio de uno de los integrantes del equipo de doce personas voluntarias de Cáritas Vicaría VIII, que acude diariamente a la cárcel de Soto del Real.

Pastoral Penitenciaria. Soto del Real.El equipo de voluntariado de Soto del Real nació en Colmenar Viejo con vocación de incorporar a personas voluntarias de varias parroquias de la Vicaría VIII. Pablo, integrante del equipo desde sus inicios, nos dice que tratan de apoyar a los reclusos en los aspectos que no cubre Instituciones Penitenciarias. A lo largo de los años, este proyecto de Cáritas Madrid ha ido variando según la disponibilidad de los voluntarios y las necesidades de los internos. Clases de apoyo para la escuela y la universidad, inglés, talleres de meditación y ocupacionales o acompañamiento a enfermos psiquiátricos internados en la enfermería.

La misión del voluntariado es mirar a los internos a los ojos para que se sientan dignos, llamarlos por su nombre y escucharlos. Ellos cuentan su verdad y las personas voluntarias no los juzgan, sino que muestran un gran respeto para entender su momento vital. “Si hoy quieren jugar, jugamos, si no, pues no. Se trata de no violentarlos y aceptar que unas veces vienen muchos y otras pocos. En ocasiones, salimos tras dedicar dos horas solo a dos personas”. El voluntariado los personaliza, da identidad a los internos. “Los llamamos por sus nombres, no son un número. A veces nos dicen: Nos gusta cómo oléis, porque oléis a calle, que para ellos significa el olor de la libertad”.

Cayetana, psicóloga, es otra voluntaria del equipo e imparte el taller de relajación con el que los internos disfrutan de un ambiente tranquilo con música suave, proyección de luces, ambientador con esencias de lavanda y ejercicios de respiración para aprender a controlar impulsos. Realizan visualizaciones dirigidas en las que, mentalmente pueden pasear por una playa, sumergirse en el mar, caminar por un sendero, por un bosque o disfrutar de un helado con sus seres queridos …es muy gratificante escuchar que, por unos momentos, se han sentido libres.

El trabajo de este proyecto de voluntariado va más allá de realizar actividades con reclusos. Se trata de que sientan que le importan a alguien, que no se les juzga, que se empatiza con ellos porque sufren y, como dice María Ángeles, voluntaria del equipo: “Aunque es verdad que se han equivocado, también lo es que sufren y tienen derecho a una segunda oportunidad. Han cometido un delito y tienen que pagar por ello, pero, sobre todo, son personas con un pasado, un presente y un futuro que no pueden ser tratadas como deshechos de la humanidad”.

No se trata solo de hacer algo por alguien, se trata de acompañar, de respetar, es como una caricia emocional que sienten los internos al ser escuchados; y no es fácil, sobre todo cuando acompañan a jóvenes muy vulnerables que, al salir de la cárcel, no tienen nada: ni familia; especialmente personas migrantes a las que nada ni nadie los espera.

Cayetana cuenta que la interacción con los internos es, principalmente, a través de juegos de mesa. Es en esos momentos cuando surge el diálogo, la escucha activa y sin juicios, el vínculo, la humanización y el apoyo emocional a la lucha de los internos por encontrar motivación en un entorno tan restrictivo.

Pablo reconoce que, cuando va a la cárcel de Soto del Real, se siente seguro y a la vez temeroso de no dar la talla, de no aportar ni servir para lo que realmente necesitan los internos que, aunque lo tratan con mucho respeto y cortesía, para ellos no dejas de ser un turista, un ‘pringao’ que las pasaría canutas si tuviera que quedarse allí.

El equipo de voluntariado de Soto sabe que el bienestar del interno mejora con su presencia respetuosa, con la constante labor de acercamiento a sus realidades, con esas horas semanales de distracción lúdica en un entorno difícil y muy hostil. Es un equipo que está orgulloso de la labor que realiza, que cree en la importancia de ser soporte los unos de los otros, que necesita contar con más personas voluntarias y desde aquí nos hacen una llamada para que más personas se unan a esta gratificante tarea.


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